La informalidad, es decir, la existencia de productos bamba, chuecos, chimbos o pirateados deberían ser afectados con la proliferación de los hiper y mega mercados.
Es que la gente, prefiere comprar en esos lugares, masivamente.
Pero no, no les pasa nada.
Los bambeadores estan vivitos y coleando. Intocados e intocables, ni el TLC, ni el libre mercado ni nada los inmuta.
Ahí está el más grande centro de distribución de piratería de películas y música en pleno corazón de Lima: El Hueco. Con los piratas identificados hace más de 15 años con mercadería que pareciera que tiene seguro contra interevenciones de las fiscalías de prevención del delito. El Hueco distribuye millones de discos diariamente y a toda hora para todo el Perú.
Sigue campante otro centro de piratería de software: Las galerías de Wilson, tal vez los más grandes de América Latina. Con licencia para el delito.
En los último años, el Perú está leyendo más. Pero lo que está leyendo es libro pirateado de 10 soles, distribuido no solo en las principales avenidas, sino desde sus centros de distribución que estan en los alrededores de la Plaza San Martín.
La policía y sobre todo la fiscalía de preveción del delito tienen todos los detalles de quién es quién. Saben perfectamente dónde estan las máquinas grabadoras o donde imprimen o donde duplican.
Otra forma de delito, es el robo en el peso. Los mercadillos y paraditas son campeonas en este asunto y sus víctimas las amas de casa. Pero lo más escandaloso está en el mercado informal de frutas de Pro en los Olivos . En plana Panamericana Norte. Es un verdadero escándalo cómo tienen sus balanzas. La tienen preparada para robar 200, 300 o 400 gramos por cada kilogramo. La apariencia es que ellos venden la fruta barata en comparación con otros mercados. Nadie controla.
La informalidad en el mercado no ha cambiado nada: sigue tan fuerte como nunca.
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