A un grupo de niños se les pidió que comenten sobre Dios y estas fueron algunas de sus respuestas:
“Me imagino a Dios así grande y lleva una túnica blanca, irradia un brillo dorado, una luz”; “creo que está en el cielo, a veces, cuando cae el sol, me imagino que está dentro de él”; “me imagino que camina sobre las nubes”; “cuando pienso en Dios, lo veo grande como un ángel y un poquito fuerte, porque tiene mucho que hacer, crear la tierra y ayudar a los seres humanos”.
Los niños son los campeones de la fe, y eso lo subrayó Jesús en varias oportunidades colocando a los niños como ejemplos para ser imitados. En el Evangelio de Mateo se describe un hecho que llama la atención: “En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús diciendo: -¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: -De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como los niños, jamás entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el más importante en el reino de los cielos. Y cualquiera que en mi nombre reciba a un niño como éste, a mí me recibe.
Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atase al cuello una gran piedra de molino y que se le hundiese en lo profundo del mar.”
Más de 2 mil años después se confirman estas palabras de Jesús.
Una antropóloga alemana de la Universidad de Oldenburg, Ilse Flöter, investigó si Dios aparece en las mentes y en los corazones de los niños, y obtuvo resultados sorprendentes, especialmente en aquellos que no reciben una educación religiosa. Según el trabajo periodístico de Cristina Papaleo de la Deustche Welle.
El estudio se realizó en Alemania y se basó en preguntas hechas a 108 niños de 10 años en una escuela primaria acerca de cómo se imaginan a Dios.
La mayoría de los niños lo ve con la apariencia del “padre bondadoso” tradicional en las religiones cristianas.
“Los niños tienen una gran necesidad de hablar sobre religión, pero no en público, sino en círculos pequeños”, comenta Ilse Flöter. Un aspecto importante de la espiritualidad infantil.
Los niños de diversas culturas tienen una imagen parecida de Dios. Los niños no sólo poseen un mundo espiritual muy rico, sino que también creen en la existencia de una energía divina. Las caras de Dios son diversas y sorprendentes en la mente infantil, prueba un estudio antropológico.
¿Qué lugar ocupa Dios en el mundo de los niños, entre Harry Potter y el Game Boy? Es una opinión muy difundida que los niños están a merced de los medios, que los atrapa varias horas por día en sus mundos artificiales. La televisión les proporciona innumerables posibilidades de identificación con sus personajes favoritos, y los videojuegos hacen que vivan por momentos aventuras en las que siempre encuentran una salida, con puntos extra a favor. Esto haría pensar que los valores espirituales se van perdiendo y que los niños no crecen con una imagen de Dios, a no ser que dichos valores se transmitan en el día a día familiar o escolar.
La cita bíblica sigue vigente, nada ni nadie le saca al niño de su creencia en Dios, ni la televisión, ni los video juegos ni tanta violencia que se difunden en los medios masivos que están al alcance de los pequeños.
Dios para los niños tiene diversos rostros, grande, con mucho brillo, poderoso como el sol, más grande que el mundo entero, y casi todos lo ven con un manto.
Otros chicos realizan una síntesis entre su mundo y la religión. Uno, por ejemplo, piensa que “Dios es algo así como una organización externa”.
Lo que llama la atención es que los niños que no han recibido orientación religiosa tienen muy definida su creencia en Dios , y lo notable es que las fantasías eran las mismas en protestantes, musulmanes o católicos: Dios es bondadoso y protege a los humanos, no es un Dios amenazante ni castigador. La gran diferencia la marcaron los niños de familias protestantes muy devotas. Para ellos, Dios puede ser malo y vengativo. Esto los lleva, en parte, a sentir miedo.
Según Ilse Flötner, los niños musulmanes, de los cuales ninguno provenía de familias fundamentalistas, relacionaron a Dios con amor, protección y ayuda. Pero el juicio después de la muerte también era importante.
Los niños protestantes son educados, según el estudio, bajo estrictas normas religiosas en la familia y en la comunidad. Entre ellos Dios tiene apariencia amenazante. Aunque el estudio no es representativo en cuanto a los niños musulmanes y los protestantes, ya que se trató de una minoría, Flöter asegura que su trabajo confirma la tesis psicoanalítica de C.G. Jung, sobre la religión como expresión elemental de la psiquis humana.
Tal vez la necesidad de creer en un ser superior parte desde la cuna, pero antes de Jung o del sicoanalismo de Freud, los niños creen a ciegas, sin filosofías ni argumentaciones, sin razonamientos de la existencia o no de Dios. Los niños son los únicos que creen sin dudas que sus seres queridos muertos están o no con Dios.
Por esa creencia pura, inocente, Jesús decía “Dejad que los niños vengan a mi, porque de ellos es el reino de los cielos”. Y hoy el niño le responde : “No me imagino un mundo sin Dios”.
“Me imagino a Dios así grande y lleva una túnica blanca, irradia un brillo dorado, una luz”; “creo que está en el cielo, a veces, cuando cae el sol, me imagino que está dentro de él”; “me imagino que camina sobre las nubes”; “cuando pienso en Dios, lo veo grande como un ángel y un poquito fuerte, porque tiene mucho que hacer, crear la tierra y ayudar a los seres humanos”.
Los niños son los campeones de la fe, y eso lo subrayó Jesús en varias oportunidades colocando a los niños como ejemplos para ser imitados. En el Evangelio de Mateo se describe un hecho que llama la atención: “En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús diciendo: -¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: -De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como los niños, jamás entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el más importante en el reino de los cielos. Y cualquiera que en mi nombre reciba a un niño como éste, a mí me recibe.
Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atase al cuello una gran piedra de molino y que se le hundiese en lo profundo del mar.”
Más de 2 mil años después se confirman estas palabras de Jesús.
Una antropóloga alemana de la Universidad de Oldenburg, Ilse Flöter, investigó si Dios aparece en las mentes y en los corazones de los niños, y obtuvo resultados sorprendentes, especialmente en aquellos que no reciben una educación religiosa. Según el trabajo periodístico de Cristina Papaleo de la Deustche Welle.
El estudio se realizó en Alemania y se basó en preguntas hechas a 108 niños de 10 años en una escuela primaria acerca de cómo se imaginan a Dios.
La mayoría de los niños lo ve con la apariencia del “padre bondadoso” tradicional en las religiones cristianas.
“Los niños tienen una gran necesidad de hablar sobre religión, pero no en público, sino en círculos pequeños”, comenta Ilse Flöter. Un aspecto importante de la espiritualidad infantil.
Los niños de diversas culturas tienen una imagen parecida de Dios. Los niños no sólo poseen un mundo espiritual muy rico, sino que también creen en la existencia de una energía divina. Las caras de Dios son diversas y sorprendentes en la mente infantil, prueba un estudio antropológico.
¿Qué lugar ocupa Dios en el mundo de los niños, entre Harry Potter y el Game Boy? Es una opinión muy difundida que los niños están a merced de los medios, que los atrapa varias horas por día en sus mundos artificiales. La televisión les proporciona innumerables posibilidades de identificación con sus personajes favoritos, y los videojuegos hacen que vivan por momentos aventuras en las que siempre encuentran una salida, con puntos extra a favor. Esto haría pensar que los valores espirituales se van perdiendo y que los niños no crecen con una imagen de Dios, a no ser que dichos valores se transmitan en el día a día familiar o escolar.
La cita bíblica sigue vigente, nada ni nadie le saca al niño de su creencia en Dios, ni la televisión, ni los video juegos ni tanta violencia que se difunden en los medios masivos que están al alcance de los pequeños.
Dios para los niños tiene diversos rostros, grande, con mucho brillo, poderoso como el sol, más grande que el mundo entero, y casi todos lo ven con un manto.
Otros chicos realizan una síntesis entre su mundo y la religión. Uno, por ejemplo, piensa que “Dios es algo así como una organización externa”.
Lo que llama la atención es que los niños que no han recibido orientación religiosa tienen muy definida su creencia en Dios , y lo notable es que las fantasías eran las mismas en protestantes, musulmanes o católicos: Dios es bondadoso y protege a los humanos, no es un Dios amenazante ni castigador. La gran diferencia la marcaron los niños de familias protestantes muy devotas. Para ellos, Dios puede ser malo y vengativo. Esto los lleva, en parte, a sentir miedo.
Según Ilse Flötner, los niños musulmanes, de los cuales ninguno provenía de familias fundamentalistas, relacionaron a Dios con amor, protección y ayuda. Pero el juicio después de la muerte también era importante.
Los niños protestantes son educados, según el estudio, bajo estrictas normas religiosas en la familia y en la comunidad. Entre ellos Dios tiene apariencia amenazante. Aunque el estudio no es representativo en cuanto a los niños musulmanes y los protestantes, ya que se trató de una minoría, Flöter asegura que su trabajo confirma la tesis psicoanalítica de C.G. Jung, sobre la religión como expresión elemental de la psiquis humana.
Tal vez la necesidad de creer en un ser superior parte desde la cuna, pero antes de Jung o del sicoanalismo de Freud, los niños creen a ciegas, sin filosofías ni argumentaciones, sin razonamientos de la existencia o no de Dios. Los niños son los únicos que creen sin dudas que sus seres queridos muertos están o no con Dios.
Por esa creencia pura, inocente, Jesús decía “Dejad que los niños vengan a mi, porque de ellos es el reino de los cielos”. Y hoy el niño le responde : “No me imagino un mundo sin Dios”.